sábado, 26 de febrero de 2011

EN EL JARDIN, HAY ALGO EXTRAÑO.




Había un rastro de sangre que iba de la entrada del jardín a la casa y se perdía entre las plantas del jardín de mi abuela.

Fui a jugar videojuegos a su casa con unos amigos. Mi abuela y mi abuelo vivían en una casa  gigante, que tenia el tamaño de toda la cuadra en la que yo vivía. Era una casa rectangular. Cuartos de toda utilidad formaban el perímetro del  rectángulo y en el centro de este, un rectángulo mas pequeño, pero mas grande que toda mi casa, se encontraba el jardín. Era un jardín  que tenia el doble de los colores del arco iris.  Plantas de todos los tamaños y  colores se unían majestualmente formando un increíble conjunto tan fascinante como misterioso. Tenia forma se circulo de un radio de quince metro. Alrededor de esta forma  flores de colores y pasto, habían crecido tanto que  me llegaban a la mitad del cuerpo, y estas eran las plantas mas pequeñas del jardín. Al centro conforme avanzaba, las plantas crecían y me cubrían tan alto como el triple de mi estatura. Este tamaño era consecuencia del descuido que le daba mi abuela y a pesar de esto, como ya he descrito, tenia un aspecto hermoso. Mi abuela, era aficionada a cultivar plantas extrañas, peligrosas y curiosas. Tenia plantas de cicuta, de amapola, orquídeas, mimosas, algunas carnívoras y la mayoría de estas  estaban abrazadas por lianas o enredaderas. Solo unas veces he llegado al centro, a unos ocho metros del perímetro hay unas plantas que suelta unas espinas y otras que raspaban con unas bolitas puntiagudas. Al centro del citado cúmulo de plantas hay una planta, orgullo de mi abuela, con forma una gran rosa, pero d un solo pétalo solo la forma por fuera, esta según me dijo mi abuela, era una planta carnívora nada abundante en el mundo y había pasado mucho tiempo  cuidando de ella. Se alimentaba de todo animal que estuviera a su alcance pero generalmente eran moscas, mosquitos o abejas que acudían al llamado de las flores que rodeaban a la colosal planta  veces mi abuela  también la alimentaba con algún ratón, ardilla o pájaro que moría en su morada. Cuando  vi a la referida planta por ultima vez fue alrededor de un año y en ese entonces mi abuela aun se ocupaba de su jardín. Después ya no le importo y se ocupo de su ultimo pasatiempo ir a las clases de coran que daba un viejo emigrante moro. Mi abuelo se la pasaba postrado en su cama por una enfermedad que le hace olvidar todo y mi abuela le contrato una enfermera porque estaba aburrida de cuidarlo, también a el.  Ese día fui a jugar a su casa, yo tenia  mi propia consola en casa pero mi abuela tenia un equipo especia  de simulación aérea, que compro especialmente para que fuera visitarla  mas seguido. Lleve a unos amigos;  Lizbeth, Saúl y Martín. Estos eran apasionados de los juegos de guerra y de pelea por lo que la característica especial de la consola de la abuela quedo obsoleta. Jugamos hasta tarde y mi abuela  que llego muy tarde  nos propuso que nos quedáramos hay. Al siguiente día Liz y Saúl se fueron a casa y Martín se quedo en vista de que era domingo y sus padres lo autorizaron. Hicimos toda clase de cosas y aun era temprano a la hora de la comida  fuimos a comprar comida chatarra y  comimos como nunca. En la tarde a las cinco Martín me dijo que nos metiéramos al jardín de la abuela. Accedí pero le dije que teníamos que cambiarnos de ropa o cubrirnos lo mas posible. No pusimos unas chamarras gruesas de piel de algún animal así como unos gorros de mi abuelo. Yo llevaba las tijeras de jardinero de la abuela por si se nos atravesaba algo, y entramos a la espesura de las plantas. Dejamos de caminar sobre las plantas pequeñas y entramos en las grandes que nos cubrían. Vii tantas plantas que apenas hoy las e identificado. En el suelo y enredándose en los tallos de largos y delgados árboles frutales, había varias especies de droseras, de varias formas. Orquídeas venezolanas y de otras procedencias se reproducían yacían bajo nuestros pies.  Pasamos inadvertidos y creo que agitamos una cicuta que se Estaba rodeada de otras de su especie como; ricino tovisco, adelfa y acebo. Aquellas flores coloridas nos parecían tan comunes. Algunas las tocábamos admirados de su belleza  recuerdo que Martín s coloco unas ramas d tuera  y de belladona en la cabeza y cuello.. Cortamos unas cuantas planas y musgos aglomerados que nos impedían  el paso. Cuando llegamos al centro no quedamos boquiabierto al ver la majestuosa planta que teníamos enfrente. Se llamaba nepenthes, pero no teníamos idea aquel momento. Estaba rodeada d droseras y androsas así como de byblis y catopsis. Aunque yo ya la había visto , me impresiono que estaba mucho mas grande y gruesa. La golpee y después el y al hacerlo se escucho y se  sintió como si tuviera una gran cantidad de liquido espeso y aunado a esto al hacerlo se desprendió un error terrible. Cundo la movimos  de reojo vimos que alrededor de nosotros había movimiento. Pero Advertimos que eran grandes tumultos de mimosa que reaccionaba al movimiento de la planta. Pero después de calmar nuestros nervios, de nuevo nos asustamos cuando la flor empezó a moverse convulsivamente. Se agitaba como si fuera un recipiente de que contiene agua hirviendo sobre la estufa. corrimos a toda prisa y cuando nos íbamos alejando  vimos que la planta caía con su hueco en nuestra dirección y percibimos que las plantas se movían de nuevo  y esta vez eran todas cuando salimos del área verde corrimos hacia la puerta de la casa. Martín llego primero y cuando tenia un pie adentro y uno afuera unas grandes enredaderas entrelazadas y espinadas sujetaron de los pies a Martín y lo arrastraron en la dirección opuesta a la que corría. Yo iba justo detrás de el y cuando  cayo  y fue arrastrado yo brinque su cuerpo y entre a la casa, impulsivamente, cerré la puerta de grandes cristales y a través de ellos pude ver que unos bejucos iguales a los que arrasaban a Martín se restregaban en lo vidrios, queriendo sin duda, arrastrarme de la misma manera. Después de unos segundos estas se replegaron mientras yo, absorto, contemple por el lapso de un minuto como las plantas del jardín de la abuela, se sacudían vigorosamente, después de este lapso, calma total. Mi abuela me dijo en una ocasión que algunos de los conejos, gatos, perros y demás mascotas que tenia habían desaparecido. También me dijo que nunca regaba sus plantas y que a pesar de esto, nunca se marchitaban..

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